La Iglesia nos ofrece un momento especial, en el que todos los cristianos nos preparamos para recibir al Señor, al Salvador del mundo.
Él viene y nos trae la paz, el amor, la solidaridad, el perdón, la comprensión, el cariño mutuo.
Y ese regalo tan grande construye la paz en nuestro mundo tan necesitado.
Abramos nuestro corazón a su venida, recibiéndole como Maria, la madre , nos ha enseñado.