En el periodo estival, tenemos una nueva oportunidad de saborear el encuentro con Dios, con nosotros mismos, con la familia, con la naturaleza.
Caminar más conscientes en la presencia del Dios de la Vida, a la luz de su Palabra, con la fuerza del Pan y el Vino, con el amor del Espíritu Santo. Vivamos esta riqueza.